BLOQUE 2: ADAPTACIÓN “EL HOMBRE DE LA PIEL DE OSO”
En este segundo bloque he tenido que adaptar un cuento de los hermanos Grimm llamado: “El hombre de la piel de oso”.
INTRODUCCIÓN:
Los hermanos Grimm: Jacob (Alemania, 1785 - 1863) y Wilhelm (Alemania, 1786 - 1859), cuyas adaptaciones respondían con mucha lealtad a las versiones recopiladas inicialmente, siendo éstas las que más se han estudiado y las que más se han empleado en la educación de los niños.
Muchos de esos cuentos no eran alemanes puesto que parte de ellos habían sido anteriormente recopilados por el francés Perrault.
En dos de las ediciones que publicaron, una en 1812 (recopilaciones) y la posterior en 1822 (adaptaciones) no escribían para el público en infantil, sino para todos.
Fue en 1825 el año en el que se hicieron muy famosos, porque tuvieron mucho éxito entre los más pequeños y llamaban más la atención que los anteriores cuentos por las fantásticas ilustraciones. Por ello, tuvieron que llevar a cabo modificaciones en cuanto al contenido, la forma y el estilo; transformando los castigos por otros de menor impacto, así como eliminar los diversos elementos morbosos que aparecían en los textos.
Por otra parte, es imprescindible exponer que en clase, en esta última semana, se ha desarrollado el tema de los textos folclóricos.
¿QUÉ SON LOS TEXTOS FOLCLÓRICOS?
Los textos folclóricos forman parte de la literatura popular y oral, y no son textos infantiles, sino familiares, que han ido transmitiéndose de generación en generación y se originaron para entretener.
He de decir que me ha costado mucho realizar la adaptación, y no sé si he acertado, puesto que acepto que continuamente he rebuscado la moraleja para que los niños aprendan lo que considero que es relevante, y he estado pensando en si ellos podrían sentirse identificados con alguno de los personajes o con ciertas actitudes y situaciones que iban aconteciendo.
Me ha sido muy difícil llegar a estimar la importancia de este tipo de cuentos, que no tratan de moralizar y no han de inducir al que niño piense lo que como adulta quiero que piense, sino que él mismo sea quien decida en cada momento de su vida lo que recoge y le transmite el texto. Si este tipo de cuentos tuvieran moraleja ya no serían literarios, sino paraliterarios, como he aprendido en el anterior bloque.
Una vez expuesto esto,
desarrollaré mi cuento: “EL HOMBRE DE LA PIEL DE OSO” y
¡espero que os guste!
Hace muchos años, existía un
lugar con un montón de pueblos diferentes: el pueblo de los Hombres, el de los
Ogros, el de los Guerreros, el de los Reyes... En el pueblo de los hombres
vivía un chico muy guapo y aventurero llamado Bruno, que siempre estaba
buscando aventuras con su espada. Bruno vivía con su padre Pancho y estaban los
dos solos... él siempre había querido tener una amiga, ya que no vivía nadie
cerca.
Un día, cuando volvió a casa
después de una de sus aventuras imaginarias, se dio cuenta de que... ¡su padre
había desaparecido!
Bruno, triste y enfadado, cogió
una foto de su padre y, con su espada a cuestas, corrió en su búsqueda. Corrió
tanto que hasta cruzó la frontera de su pueblo y llegó al pueblo de los ogros.
Agotado, se sentó a descansar en una pequeña roca que encontró, sintiéndose
triste por la pérdida de su padre. Entre sollozos, escuchó acercarse a alguien
y al levantar la vista... ¡era un ogro! ¡Un ogro gigante y verde! Bruno tenía
ahora los ojos como platos, ¡nunca había visto un ogro de verdad!, y mientras
sacaba su espada, gritó:
Y el ogro, entre risas, le dijo:
-¡Je, je, je! Guarda tu espada,
chico. Vengo a proponerte un trato. Sé quién se ha llevado a tu padre.
Bruno se fijó en que el ogro
tenía algo extraño... ¡le faltaban todas las uñas! Y entonces se relajó un poco
al ver que sin uñas, el ogro no daba tanto miedo. Así que guardó su espada y
escuchó atentamente.
-Verás... como habrás podido
darte cuenta, un oso me ha arrancado las uñas... ¡y las necesito! -dijo el ogro
enfadado-. Quiero que hagas una cosa por mí: quiero que le cortes una uña a un
oso diferente cada día mientras duerme, y te la cuelgues al cuello como un
collar. Quiero al menos... ¡300 uñas!, así que estarás recorriendo los pueblos
de todo el país durante 300 días. Además, quiero que no te laves durante este
tiempo y que vistas sólo con estas pieles del oso que me arrancó las uñas...
¡Grrrrrrrr! -dijo, gruñendo.
-¿Y qué consigo yo a cambio, ogro? -dijo Bruno
con cara extrañada.
-¿Tú? Si dentro de 300 días me
das todas las uñas, entonces tu padre volverá a casa. Si por el contrario, no
lo consigues, te llevaremos preso a ti también, ¡je, je, je!
A Bruno le gustó la idea, ¡qué
aventuras tan maravillosas le esperaban! Con ogros, osos, recorriendo pueblos
con su espada... ¡y encima recuperaría a su padre! Sin pensárselo dos veces,
Bruno aceptó el trato, y el ogro se marchó entre risas malvadas...
Al día siguiente, Bruno empezó su
aventura. Escaló montañas, recorrió pueblos, se adentró en cuevas, atravesó
bosques... y cuando llegó al pueblo de los Reyes, se puso a buscar la cueva del
oso. Mientras paseaba por las calles del pueblo, todos los reyes con los que se
cruzaba le miraban mal y le decían cosas feas como:
-¡Feo! ¡Ve a lavarte!
-¡Salvaje!
Y claro, es que Bruno no había
caído en la cuenta de que parecía un chico salvaje con aquellas pieles, la piel
sucia y con los dientes colgados al cuello... y claro, nadie quería acercarse a
un chico así.
Y a los 200 días de aventuras y
con 200 uñas colgadas en su cuello, Bruno empezó a pensar que no había sido tan
buena idea... echaba de menos a su padre, y echaba de menos el pueblo de los
Hombres. Estaba cansado de ver caras desconocidas y que le daban mucho miedo...
además, no le gustaba que le gritaran cosas feas sólo por su aspecto. Él era una
buena persona y le gustaba ayudar a los demás.
Sin embargo, Bruno continuó su
aventura, que esta vez ¡era real! Y cuando estaba a punto de cortarle la uña al
siguiente oso, en el pueblo de los Guerreros... “¡Plof!”. “¿Qué ha sido ese
ruido?”, pensó Bruno. Se giró y vio a una chica rubia casi en las mismas condiciones
que él: con la cara sucia y la ropa rota, con una espada en la mano. A Bruno le
sorprendió tanto que corrió tras ella, olvidándose de la uña del oso, y la
siguió hasta una casita de madera en mitad del bosque. La chica cuando le vio,
sacó su espada y gritó:
-¡En guardia, chico! ¿Por qué me
sigues?
Y Bruno dijo:
-No te asustes. Me llamo Bruno y
estoy en una misión muy importante. ¿Cómo te llamas tú?
Y la chica, que no le importaba
el aspecto de Bruno, con una sonrisa y guardando su espada, dijo:
-¡Oh! Yo también estaba en una
misión, pero cada vez son más aburridas porque no puedo salir de este bosque...
¡Ah!, y me llamo Carlota “la guerrera”. ¿De qué trata tu misión?
Entonces, Bruno le contó su
historia y se pasaron horas y horas hablando. Ella le contó que vivía sola
porque sus padres se habían ido y a Bruno le dio mucha pena porque se sintió
identificado con ella. Entre tanta historia, los dos se quedaron dormidos... Y
al día siguiente, Bruno le dijo que tenía que marcharse pero que esperara en
esa misma cabaña sólo 100 días más, y que volvería a por ella con su padre.
Para asegurar su promesa, Bruno le dio la foto de su padre Pancho, y ella
prometió que les esperaría.
Pasados los 300 días de aventura,
Bruno volvió al pueblo de los Ogros con todas las uñas en su cuello, orgulloso
de lo que había logrado. Cuando el ogro apareció, se llevó una gran alegría al
ver todas aquellas uñas en el cuello del chiquillo, pero por otra parte gruñó:
-Grrrrr... Ahora tendremos que
devolverte a tu padre... ¡con lo mucho que nos servía en nuestro pueblo! Bueno,
al menos he recuperado mi aspecto feroz y podré raptar a otros padres... ¡Je,
je, je!
-Bueno, ogro, devuélveme a mi
padre Pancho y mi aspecto de antes, y ¡déjanos en paz!
El ogro, hizo rasgar sus uñas
nuevas contra una roca y... “¡Plof!”, volvieron todas sus ropas limpias y su
cara lavada. De repente, el cielo se iluminó con un montón de chispas y el ogro
desapareció. Entre las chispas, su padre Pancho apareció delante de sus ojos
¡como por arte de magia! Los dos se abrazaron entre lágrimas y mientras
caminaban, Bruno le contó todas sus aventuras y le habló de Carlota. Su padre
Pancho se puso muy contento al oír todo aquello y decidieron volver a por
Carlota.
Cuando llegaron a la cabañita del
bosque, Carlota se defendió sacando su espada de nuevo:
-¡En guardia, desconocidos!
Pero entonces, Carlota reconoció
al señor de la foto, ¡era el padre de Bruno!, y bajó la mirada rápidamente
hacia aquel chico limpio que se encontraba delante suyo y también le reconoció.
Corrió hacia ellos y les abrazó, agradecida.
Los tres caminaron hacia el
pueblo de los Hombres con muchas ganas. Todos estaban felices: papá Pancho
había sido rescatado, Carlota ya no vivía sola y... ¡Bruno tenía por fin una
amiga!
Bruno y su padre se hicieron
famosos haciendo espadas para reyes y caballeros, por lo que su herrería que
empezó siendo pequeña cada vez les hacía ser más ricos.
Finalmente, y según iba pasando
el tiempo, Bruno y Carlota se enamoraron, se casaron, tuvieron hijos y fueron
muy felices.
Colorín, colorado, este cuento se
ha acabado y ¡ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO MI ADAPTACIÓN!
CONCLUSIÓN:
El cuento es un método
maravilloso y efectivo con el que los niños disfrutan a raudales, aprenden y
desarrollan su imaginación, ya que les gustaría ser como el héroe de la
historia. Además de pasar un rato entretenido, el hecho de escuchar una
historia fabulosa, imaginativa, les supone también una experiencia muy
gratificante, ya que al tener la oportunidad de enfrentarse a una realidad sin
estar presentes dentro de la historia puede ayudarles a superar sus terrores
nocturnos y a ahuyentar sus pesadillas, sólo por el mero hecho de mostrarles
que los héroes de las historias lo hacen.
A partir de la escucha de los
cuentos, los niños estimulan su desarrollo intelectual, amplían su vocabulario
y los cuentos contribuyen al desarrollo de la imaginación y a favorecer su
memoria. Por lo tanto, no se me ocurre mejor forma de pasar un buen rato, tanto
niño como adulto, ya que para los adultos también es un momento muy gratificante.
En mi futuro como maestra voy a
tener que adaptar un montón de cuentos para que los pequeños tengan la
oportunidad de conocer todo tipo de cuentos. No sólo está bien que conozcan las
adaptaciones de autores conocidos como Perrault o los conocidos hermanos Grimm,
sino que además de estos cuentos ya adaptados, estaría bien que toda maestra
fuese capaz de adaptar historias diferentes, menos conocidas, para abrirles el
campo de la imaginación y del conocimiento a los más pequeños.
He cambiado los personajes y les
he puesto nombres, para que a los niños se les haga más sencilla la
caracterización y diferenciación de los mismos. Además, los personajes
principales (Bruno y Carlota) son jovencitos, ya que también les gusta escuchar
historias de héroes a los que imaginar, con los que soñar y a los que “jugar a
ser”.
He pensado en que esta adaptación
irá dirigida a niños de edades comprendidas entre 4 y 6 años.
BIBLIOGRAFÍA: